En 2105 junto a un grupo de alumnos de arquitectura decidimos construir un domo geodésico. El objetivo no solo era conocer sobre las técnicas de construcción o la forma de analizar las geometrías, sino que buscaba algo que creo fundamental en la formación de nuestros profesionistas: hacerlo con nuestras manos.
Hoy -en la fecha que se publica este post- muchos de ellos estarán tomando su última clase del semestre, la última de la carrera. Particularmente guardo muy buenos recuerdos de muchas de nuestras clases, de los momentos alegres, de los momentos tensos (casi siempre previos a una entrega), de las clases a las 7am, de las clases al aire libre leyendo bajo los árboles de la Universidad, (¡de mi crepa de cumpleaños!) Me ha dado mucho gusto encontrarles en el camino.
Tengo mucha esperanza en que, como se los decía en cada clase, hagan que todo valga la pena. Quiero mirarlos en el tiempo y saber que hacen cosas parara transformar su entorno, impacten de forma positiva en sus comunidades y se sientan orgullosos de lo que serán el resto de su vida: arquitectos.
Hasta siempre.
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