«In the second place option should be to give me $7000.

Let us refer to it as a donation.»

«En una segunda opción puede darme $7000 (dólares). Permítame referirme a esto como una donación»

Esa es una de las frases con las que «intentaron» extorsionarme mediante correo electrónico. Y digo extorsionarme con comillas, pues sé que esto es un email que se manda en cadena. Lo importante (y preocupante) es que desde hace tiempo los ataques no son sólo mediante bots aleatorios, sino que utilizan inteligencia artificial para que el algoritmo (no es un señor escribiendo passwords al azar) genere con mucha precisión las pistas que permitan estar cerca de ti. La mía fue sorprendentemente cercana.

Según el email, si no pagaba siete mil dólares (en bitcoins) mi sitio web sería atacado y subirían contenido para adultos. Igual y no hubieran caído mal unas visitas extras 😛

El email

Vivimos tiempos en que no somos el consumidor, somos el producto. La importancia de reforzar las contraseñas van mas allá que te sientas indestructible porque lo único que tienes (según tú) son fotos en Facebook de la ultima fiesta en el bar. No, no es solo tu foto en Facebook es tu identidad digital.

Existe iniciativas como la Red en Defensa de los Derechos Digitales o Social TIC quienes hacen un sinfín de recomendaciones de seguridad en internet, en todos los dispositivos mediante los cuales te conectes. De la misma forma, muchos que tenemos un sitio web buscamos -para la seguridad de nuestros visitantes- un certificado SSL (un tipo de protocolo de seguridad para envío y recepción de información). Aunque debemos entender algo: no hay nada 100% seguro.

Certificado SSL en el sitio web

Por lo pronto sirvió como recordatorio para cambiar contraseñas, revisar contenidos y aumentar la seguridad, además de sentirme en película de persecución e intriga. Pero después pensé que ni tengo códigos nucleares, ni información sensible de gobiernos.

Será para la próxima.