Mi buen amigo Alfredo Arvizu comentaba hace algún tiempo en su blog sobre el concepto, el contenido de la obra de arquitectura y el contexto donde ésta se inserta. Su texto está inspirado en la ponencia que Bernard Tschumi presentó en México en el 6° Congreso Arquine, en 2005 y critica duramente la realidad arquitectónica que en ese-y este- tiempo se manifestaba en nuestra ciudad.
Ayer en clase discutíamos sobre la derivación del contextualismo de Aldo Rossi (Arquitectura de la ciudad, 1966) y el fuck context de Koolhaas (S,M,L,XL, 1998), discutíamos sobre aquellos que deciden etiquetar la arquitectura -incluso antes de hacerla- y quienes deciden solo «hacer arquitectura» y dejar que el tiempo los etiquete. Así, el respeto -o no- al contexto debería considerar lo planteado por Tschumi:
[bra_blockquote align=’right’]El contexto puede ser histórico, geográfico, cultural, político o económico. No es nunca sólo un asunto visual.[/bra_blockquote]
Después de haber leído la información que se presenta creo que tengo muchas ideas que concuerdan con lo que se menciona ahí, pues tengo pensamientos sobre contexto, concepto y contenido realmente muy parecidas. Creo fielmente que siempre estos tres elementos deben estar bien balanceados, es decir el concepto debe estar presente pero debe tener una relación muy amena con el espacio que lo resguardara en este caso el contexto y estos dos de la misma manera deben estar ligados fielmente con el contenido, para que de esta forma nuestro edificio sea siempre amigable con nuestro entorno y este conjunto sea amigable con nuestro usuario y viceversa.
Pienso que debe existir una relación entre el concepto y el contexto porque con ello se puede guiar el contenido de la construcción, ya que en ocasiones puede suceder que el contenido no vaya acorde al contexto de lo que lo rodea y pueda generar un conflicto, sin embargo el concepto si se pueda respetar porque puede ser intangible o estar plasmado en el mero contenido.