«Aquí no encontré la calidad de vida que imaginaba», dice Miriam mientras prepara en la sala de su casa las gorditas que venderá en la noche para completar el gasto de la quincena. Robusta, alta, de piel morena y pelo alborotado, Miriam es habitante de una de las 12 mil viviendas que…»
REFORMA
Robusta, alta, de piel morena y pelo alborotado, Miriam es habitante de una de las 12 mil viviendas que se construyen en el Fraccionamiento Nuevos Paseos de San Juan, conjunto habitacional de interés social que forma parte de la Ciudad Bicentenario en Zumpango, Estado de México, proyecto habitacional que prevé contar con 47 mil viviendas tras concluir su primera etapa de construcción.
Originaria del Distrito Federal, ella y su esposo Mario compraron a través del crédito Infonavit el departamento ubicado en las periferias de la zona metropolitana debido a que sus ingresos no les permitían adquirir una propiedad más cercana a la ciudad.
Con un salario de 120 pesos diarios, Mario, chofer de una empresa privada, forma parte de los más de 25 millones de trabajadores que reciben menos de tres salarios mínimos y cuya capacidad de pago les permite adquirir únicamente vivienda económica, es decir, aquella que cuenta con una superficie de entre 30 y 42.5 metros cuadrados y cuyo precio oscilan entre 220 mil y 350 mil pesos.
La casa concuerda con esa descripción: una construcción rectangular de 32.65 metros cuadrados que se dividen en baño, cocina, una recámara, estancia-comedor y una pequeña zotehuela.
Según la tipología desarrollada por la Comisión Nacional de Vivienda -instancia encargada de articular la política nacional en la materia-, este tipo de vivienda está pensada para dos personas, pero la realidad siempre supera las proyecciones de las autoridades.
En la casa de Miriam habitan la pareja y dos nietas de nueve y tres años de edad. Para acomodarse de la manera «más higiénica posible», ella duerme con sus dos nietas en la única recámara con la que cuenta la casa y en la que cabe una cama matrimonial y un mueble el que guarda la ropa de los cuatro.
Su esposo duerme en uno de los sillones de la estancia, que en la noche es usada como recámara y en el día como espacio para preparar los alimentos que comercializa por la noche, pues la cocina es tan pequeña que resulta difícil pasar mucho tiempo ahí.
En esta vivienda no hay comedor porque no han podido comprarlo, pero aunque pudieran no habría espacio para él. A la hora de la comida, la familia utiliza una pequeña mesa portátil en la que horas antes se preparan los alimentos; las sillas son sustituidas por los dos pequeños sillones de la sala.
Sus nietas no tienen espacio para jugar dentro, y en el exterior de la vivienda hay un área verde al fondo de la cerrada -alrededor de 50 metros cuadrados con pasto- que no utilizan.
Los parques que Casas Geo prometió desarrollar para los habitantes aún se encuentran en construcción debido a que la desarrolladora entregó los departamentos sin haber terminado el fraccionamiento.
Aunado a ello, la mala calidad de la vigilancia que aporta la desarrolladora y el hecho de que muchas casas aún se encuentran desocupadas, ha generado que el conjunto habitacional se convierta en blanco de las bandas dedicadas al robo de casa-habitación.
Miriam reconoce que su vivienda es muy pequeña para las cuatro personas que habitan en ella, pero señala que con sus ingresos es imposible adquirir un espacio más amplio, pues de los 3 mil 600 pesos que obtiene su esposo cada mes como salario, debe descontar los 800 pesos mensuales del crédito Infonavit, el cual pagará durante los próximos 30 años hasta completar los 233 mil pesos del costo de la vivienda.
Además, de su gasto debe pagar los 130 pesos que Casas Geo les descuenta vía nómina a los habitantes del lugar para el mantenimiento de áreas comunes, servicio que, asegura, es otorgado a cuentagotas por la empresa a pesar de que el descuento se realiza de manera puntual mes con mes.
El caso de esta familia es un ejemplo de lo que los especialistas llaman «inequidad de la política de vivienda», pues las familias que requieren de mayores espacios y mejor ubicados son las que menos acceso tienen a ellos.
Fuente: Comisión Nacional de Vivienda.
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