Para muchos arquitectos las texturas de un edificio funcionan casi como la piel en los seres vivos, son la parte primera por dónde se aprecia la obra de arquitectura. En el proceso de diseño, la triada forma+función+espacio está ligada eminentemente con la piel.

La textura no sólo brinda un deleite visual, sino que puede ser el mecanismo con el que se lleve al usuario a esas sensaciones espaciales que tanto buscamos los arquitectos.

Luis Barragán, por ejemplo, fue un maestro en la llamada arquitectura emocional. Con sólo piedra, madera, luz y color, provocaba -y lo siguen haciendo sus obras- sensaciones indescriptibles.

 

La piel o textura, resulta ser uno de los puntos más importantes del proyecto, y es que ¿cuántas veces has visto que un proyecto de arquitectura tenga una respuesta formal interesante, pero la selección de las texturas echa por la borda el trabajo que se realizó al objeto arquitectónico.

Anupama Kundoo, arquitecta hindú, en los últimos años ha experimentado con los materiales para, no sólo generar formas y experiencias interesantes, sino que tienen un impacto social muy fuerte.

 

Ethel Baraona publico un web-book como resultado de una investigación de dos años en la que se veía a las fachadas, la piel, como determinante del proceso de diseño y la obra final (o en proceso).

 

Muchas serán las visiones acerca de la textura en la arquitectura, pero lo que no podemos negar es que éste debe ser un elemento fundamental en el discurso de cada arquitecto.