«Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde, todo se transforma.»
Jorge Drexler (2004)
Todo se transforma. Eco.
Una de las frases mas citadas es aquella de que «lo unico constante en la vida es el cambio». Y resulta hoy, un enero de 2022, fundamental para muchos de nosotros que -a distintos ritmos- hemos retomado actividades durante esta pandemia por COVID-19.
En México, independientemente de ideologías o formas de pensamiento, hemos sido participes (y no solo testigos) de diferentes acciones en la búsqueda de salvar aquello que se nos iba. De defender el uso del cubrebocas en espacios cerrados, de explicar qué significa un espacio ventilado, hasta eliminar ideas que pensabamos que ayudaban: gel en exceso, tapetes sanitizantes, arcos y demás acciones que hoy sabemos, son muy poco eficientes.
Para la arquitectura y la educación -que son los temas que mas me apasionan- ha sido una fuerte sacudida la manera en la que debemos reaccionar. A casi dos años de mantenernos fuera de los campus universitarios, en Hidalgo -el estado donde radico- nos preparamos para volver de forma presencial a las aulas y, principalmente, a los laboratorios, los talleres y espacios experimentales. Es un reto logístico, de voluntad y de mucha comprensión. No solo para quienes prestan el servicio, sino tambien para el usuario. En la colaboración, entre ambas partes, podemos llegar a muy buen puerto.
Creo que la sana distancia, el uso de cubrebocas o ventilar los espacios es algo que podemos seguir aprendiendo y perfeccionando. Reto mayor será el de enseñar con empatía y repensar en el otro. Si uso un cubrebocas y entiendo que lo hago por mi, pero tambien por el prójimo, estaremos avanzando en aquello que Mockus reflexionaba como «construcción de la ciudadanía».
Ese si será -pienso yo- el gran reto por venir.
En vísperas del retorno quiero ver esto como lo que es: una gran oportunidad para crear a partir de las cosas que aprendimos, de los cambios que estamos dispuestos a hacer, de nuestra preocupación por el otro pero, sobre todo, definir si nuestro camino continúa donde lo dejamos, o comienza en una nueva forma de vivir.
El tiempo lo dirá.
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